Una dama gime, muerde, araña, desgarra tu camisa, se hinca ante ti, y con su boca puede hacer, toda una delicia, vestirse, sonreírte y seguir siendo una dama.
Sin justificaciones ni excusas, una dama no deja ser dama, por ser la más pu.ta en la cama.
Una dama es fuego hecha versos, envueltas en misterio, sin escape y sin lamentaciones, tras las quimeras se le besa y se le ama aún en el mismo infierno.
Una dama no deja de ser dama por ser perversa, por entregarse en la sensualidad bañada de primaveras. Una dama no deja de ser dama por destilar lluvia entre sus piernas, ni por dejar saborear su tersa piel canela.
Una dama no deja de ser dama por imaginar, por fantasear, por soñar tener sexo en algún lugar que no sea, la absurda cama.
Una dama no deja de ser dama por dejar su esencia sobre la piel, a tierra mojada. Platón las describe como idea eterna, yo la imagino; perfecta, ni pu.ta ni santa.
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