Desde entonces una fuerza indescriptible me consume por dentro. Es como si yo fuera otra. Ya no tengo la misma vitalidad de antes, ya no soy la misma chica extrovertida que reía todo el tiempo, que salía con amigos, que contaba chistes, que le sacaba carcajadas a medio mundo con su sentido del humor. Siento como si estuviera hundida en un pantano del que no puedo escapar, y, peor aún, del que no quiero escapar.
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