Te
ofrezco que te quedes conmigo, en casa, tirados en pijama o sin él,
ver la tele, dormir o hablar, arreglando el mundo a nuestro ritmo como
excusa para terminar con un cónclave de besos. Te ofrezco olor a café
recién hecho los domingos por la mañana, o si quieres, firmamos una
cláusula y olerá así todos los días de tu vida. Te propongo abrir las
ventanas cuando llueva, para cuando
entre la humedad disfrutes del olor a tierra mojada; o no, mejor aún,
salimos a la terraza y mojarnos de esa lluvia. Te ofrezco noches de
compás, de baile y de besos.
Te ofrezco mi camisa del día anterior para que desayunes con ella sin nada debajo, con un moño recogido y el rimel corrido.
Te ofrezco leerte en braille, sonrisas por palés, algún que otro mal
rato sabiendo que lo que viene después, va a ser como volver a conocer
tu geometría una y otra vez. Te prometo besos, pero no besos cualquiera,
no como los que se dan las parejas por costumbre al verse que es como
un piquíto sin ganas, yo te ofrezco tempo, temple PASION y nervio en cada uno
de los que te de. Te doy la posibilidad también, de un poder que pocos
tienen, y que envidio de parejas que conozco, el mirarse y saber
exactamente lo que pasa por tu cabeza en ese momento, para bien o para
mal, porque en los tiempos que nos han tocado, ya no se respetan ni la
miradas y las que hay escasean. Te ofrezco ponerte el mundo cuesta
abajo, para que todo te venga rodado; cien primaveras, cien veranos,
cien otoños y cien inviernos, y los que no nos den tiempo de vivir, nos
lo vamos imaginando por el camino. Así que tu preocúpate de sonreír, que
de provocarte las sonrisas ya me encargo yo...
¿Aceptas?
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