Nos conocimos por casualidad o por cosas del destino. Estaba en el
último semestre de preparatoria, y para recibir mi certificado tenía que
hacer servicio social. Busqué lugares dentro de la escuela donde
pudiera hacerlo pero todos me resultaban igual de aburridos. Tenía a un
amigo haciendo ya su servicio en cierta área, así que decidí hacer mi
servicio en el mismo lugar que él. Es ahí donde conocí a quien fue la
causa de mis desvelos.
Era un profesor de historia, joven, atractivo y carismático. Casi
todas las chicas en la escuela morían por él y regularmente iban a
buscarlo al área donde se encontraba. Mi amigo y él se llevaban muy bien
así que me lo presentó. Siempre he sido muy reservada en cuanto a
conocer chicos, no había tenido novios más que uno, el profesor me
pareció simpático pero no le tomé tanta importancia. Convivíamos a
diario ya que después de clases se sentaba con mi amigo y conmigo a
platicar.
Era muy amable y divertido pero solo con nosotros, con sus alumnos en
general era muy serio, y más con las chicas que siempre iban a
buscarlo. Mi relación con mi novio iba de mal en peor, lo quería mucho
pero no me gustaba cómo me trataba.
Cierta vez le contaba a mi amigo mi problema con mi chico, en eso
entró el profesor y sin querer oyó la platica, amablemente se sentó con
nosotros y como amigo me aconsejó, a partir de ese día comencé a generar
un vínculo de confianza con él.
Pronto me dio su dirección de Facebook y yo lo agregué, así cada
tarde después de la escuela charlábamos hasta altas horas de la noche.
Poco a poco y sin darme cuenta me fue gustando más y más pero aun así
dije que guardaría mis sentimientos. Cierta vez hablamos de queé clase
de chicas le gustaba y respondió algo así como que yo.
Sentí un vuelco en el estómago, mi curiosidad aumentó cuando le pedí
me la describiera, y con todo respeto me dijo: “me gustas”, casi salto
de alegría pero me controlé. Al día siguiente que nos vimos todo fue
como siempre, dijimos que eso quedaría entre él y yo.
Tiempo después terminé con mi novio y algunas semanas después de eso
el profesor me invitó a comer yo gustosa acepté. Moría de nervios, no
charlábamos más que por Facebook ya que en la escuela cada quien tomaba
su distancia, era la primera vez que hablaríamos frente a frente.
Me llevó a comer a un pequeño restaurante, la comida era exquisita,
luego de eso fuimos a caminar. Durante la caminata charlamos sobre
nuestros gustos e intereses. Yo no podía creer que había salido con el
profesor de mi escuela, nunca me pasó por la mente que algún día algo
así sucedería.
Íbamos caminando por la alameda cuando me tomó de la mano, giré y lo
miré, nuestras miradas se encontraron en el momento exacto, nos
abrazamos, estaba muy nerviosa no sabía qué iba pasar, él también estaba
nervioso…
De pronto nos besamos, sentí que el suelo se movía y que iba a caer,
lo abracé fuerte y él me abrazó también. Fue un beso tierno, cálido,
quería que no terminara pero de pronto una voz en mi mente me dijo “no
está bien”.
Me aparté de él. Tenía una expresión de desconcierto y él al verme de
inmediato pidió disculpas, no era su intención faltarme al respeto, en
realidad no lo hizo porque yo accedí al beso. Charlamos sobre lo
sucedido, le dije que no estaba bien y me dijo que nadie estaba en la
posición de decirnos lo que estaba bien o estaba mal. Me confesó que
nunca se había sentido atraído por una alumna, sabía que tenía un talón
de Aquiles pero nunca pensó que fuera yo. Realmente estaba tan
confundido como yo. Sin importar nada aquella salida fue genial.
En la escuela todo normal, cada quien por su lado aunque ya
convivíamos y platicábamos más. Tiempo después volvimos a salir, esta
salida fue la más significativa para mí. Acababa de cumplir 19 años y me
preguntó qué quería de regalo y como yo sabía que tocaba la guitarra le
pedí que tocara una canción para mí. Gustoso tocó y cantó para mí, eso
hizo que lo adorara. Nunca olvidaré esa tarde, la forma en que me
miraba, una mezcla entre ternura y amor, su delicadeza conmigo, la forma
en que me abrazó y me besó cuando terminó de tocar la guitarra.
Ese día me confesó todo lo que sentía por mí, siempre he sido de
pocas palabras, casi nunca digo lo que siento y aquella tarde no fue la
excepción, quise decirle cuánto lo quería pero no encontré las palabras
adecuadas. Aun recuerdo cada una de sus palabras, esa tarde jugamos,
reímos, hablamos y comimos hamburguesas, me sentí como nunca y por lo
que me dijo él también se sintió bien. Me dijo que se sintió como no lo
hacía en años cuando iba en preparatoria, me agradeció por inyectarle
vida a su vida. No sé estaba enamorándome pero dentro de mí creía un
sentimiento de cariño y amor, habían brotado alas, pero me las tuve que
cortar; el sentimiento tuvo que ser aplastado por la razón, no tenía
futuro con él, era ocho años mayor que yo para empezar, yo no había
tenido más que un novio y él ya varias novias (lo supuse por su edad)
además de que él no regresaría a vivir lo que ya había vivido, y yo no
me adelantaría a vivir algo que no me tocaba, éramos dos mundos
opuestos.
Así que poniendo a la razón de por medio decidí alejarme de él. Aun
sin estar de acuerdo respeto mi decisión y se alejó. Después de eso la
alegría con la que siempre andaba se esfumó y se volvió más huraño de lo
normal, ya casi no lo veía y la última vez que lo encontré de frente,
su mirada me lo dijo todo, lo había herido, le había dolido la decisión
que tomé.
Salí de la escuela, tiempo después conocí a otro chico y nos hicimos
novios, pero a pesar de todo y de que ya no lo veo sigo pensando en el
profesor, y me imagino cómo hubieran sido las cosas si me hubiera
quedado con él. Lo que viví con él será un lindo recuerdo que siempre
guardaré en mi corazón.
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